Antes de analizar su clasificación, vamos a definir la sordera o hipoacusia como, el déficit funcional que ocurre cuando un sujeto pierde capacidad auditiva en mayor o menor grado. Llamamos umbral auditivo al estímulo sonoro más débil (de menor intensidad) que es capaz de percibir un determinado oído. Cada persona tiene su propio umbral de audición, que, a su vez, puede ser diferente en el oído derecho y en el oído izquierdo. Para estudiar una sordera se hacen las siguientes clasificaciones:
Cuantitativa:
según la cantidad de pérdida de audición.
Leves: pérdidas de 21 a 40 decibelios (dB)
Moderadas: pérdidas de 41 a 70 dB
Severas: pérdidas de 71 a 90 dB
Profundas: pérdidas mayores de 90 dB
Total, o Cofosi: más de 90 dB
Topográfica: con respeto al lugar donde asienta la lesión que produce el déficit.
1
Hipoacusias de transmisión: acontecen por lesión del aparato transmisor de la energía sonora. La reversibilidad del déficit auditivo se conseguirá con tratamiento médico o quirúrgico.
2
Hipoacusias de percepción:
Cocleopatías: ocurren por lesión del órgano de Corti
Neuronopatías: por lesión de las vías acústicas
Corticopatías: por lesión del cortex cerebral auditivo
Hipoacusias mixtas: es frecuente que una sordera esté originada por varias lesiones coexistentes, que afectan al mismo tiempo al oído medio y la cóclea, vías y centros
Cronológicas: de acuerdo con el momento de la aparición de la hipoacusia
1
Hipoacusias prelocutivas: la lesión se produjo con anterioridad a la adquisición del lenguaje (de cero a dos años).
2
Hipoacusias perlocutivas: durante el aprendizaje del lenguaje (de dos a cinco años).
3
Hipoacusias postlocutivas: cuando la pérdida auditiva sobrevino después de la estructuración del lenguaje (mayores de cinco años).
Etiológicas: según Emery y Rimoin, 1991, los déficits auditivos se pueden clasificar en tres grupos:
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Grupo I
Sorderas genéticas (Prenatales, Perinatales y Postnatales)