Será hacia la segunda mitad del S.XIX cuando se empiece a hablar de las lesiones ocultas, dando paso a la invención del oftalmoscopio y el laringoscopio, gracias a los cuales los médicos podían ver las lesiones para poder llegar a un diagnóstico. Los especialistas también se ayudarían del otoscopio.
A finales del siglo XIX es cuando se constituyen los primeros especialistas en otorrinolaringología, separándose de los cirujanos generales, convirtiéndose en área de conocimiento específico e incluyéndose esta nueva especialidad en los planes de estudios de la Universidades.
Gracias a los posteriores avances científicos y a que los microscopios se perfeccionaron, los investigadores fueron descubriendo nuevos aspectos del mecanismo funcional del laberinto auditivo, señalando además la implicación del sistema nervioso.
Las pruebas otológicas, también contribuyeron en estos avances; así por ejemplo encontramos el diapasón, el fenómeno de la oclusión de Coiter y el audiómetro.
La importancia de la sordera como fenómeno social, ha llevado a que las investigaciones se dirijan hacia el diagnóstico precoz en recién nacidos y a seguir trabajando en esta disciplina en este largo camino que aún queda por recorrer.